Parece ser que la presión de unos paros convocados por la sección sindical de CCOO para el viernes de dolores ha sido suficiente para que algún responsable de la empresa se comprometa a cumplir lo que vergonzosamente estaba incumpliendo. No hacía falta más presión, solo unos escuetos paros en unas horas valle, para que ese ignoto responsable empresarial considere que eso de escurrir sus obligaciones dinerarias para con los trabajadores no justificaría que en una fecha tan señalada los ciudadanos se vieran privados por dos horas de sus desplazamientos en transporte público.
Una exacerbada sensibilidad que, justo hace un año, no tuvo, cuando se llevó a la platilla a una huelga el Domingo de Ramos y varios días en la semana de Feria argumentando que los ciudadanos entenderían la posición de la empresa, incluida una feroz campaña de prensa previa a las movilizaciones donde se acusaban a los trabajadores de chantajear y/o secuestrar a los ciudadanos, que en este caso sorprendentemente no se ha producido, quizás por los efectos mínimos que sobre la ciudadanía hubiera supuesto tan solo las dos horas de paro, o quizás porque alguien ya preveía que antes de llevarse a efectos los paros habría alguna posibilidad de acuerdo con el convocante y no tendría sentido criminalizar ante la opinión pública a quien que va a pactar contigo.
CCOO, ponente del acuerdo, ha ido más allá, manifestando que si el acuerdo no concreta más es por su soledad en la defensa de los intereses de los trabajadores, dado que ninguna otra sección sindical los apoyaba, y por tanto han hecho lo que han podido, lo cual demuestra la debilidad en la que se encuentran los trabajadores de TUSSAM ante la permanente ofensiva de la Dirección de la empresa en acabar con los derechos de los trabajadores, donde CCOO reconoce que no puede hacer más y las otras secciones sindicales con representación en el comité enmudecen ante la soberbia de quienes pactan y modifican el Convenio Colectivo.
Porque de lo que se trata con la firma de este acuerdo es ningunear al resto de secciones sindicales con representación en el Comité, pues CCOO pacta con la Dirección de TUSSAM unos acuerdos que sólo deberían afectar a sus afiliados. Nadie le ha pedido a CCOO, salvo suponemos su propia afiliación, que acuerde para todos los trabajadores de TUSSAM lo que ha pactado con la empresa. Suponemos que ni los afiliados de ASC, ni los de CGT, ni los de SITT, y seguro los de UGT han autorizado a CCOO a convertirse en protector de sus intereses, en un claro ejemplo de despotismo sindical, pues resulta que acuerdan algo que afecta a la totalidad de la plantilla sin que ésta tenga la posibilidad de manifestarse si están a favor o en contra del acuerdo. O dicho de otra forma; los responsables de la sección sindical de CCOO deciden por todos, incluidos los que no están afiliados a su sindicato.
Pero con ser esto grave, todavía es más la sumisión a la despótica actuación de CCOO del resto de secciones sindicales con representación, permitiendo, de momento, que un sindicato que no tiene la mayoría de la representación de los trabajadores se abrogue la representatividad de todos, quedando ellos en una situación subsidiaria, de meros espectadores, de simples concurrentes en unos hechos que suponen desvirtuar la propia naturaleza de los pactos, que no es otra que aquella que dice que lo que afecta a todos debe ser aceptado por todos, y no sólo por una parte minoritaria.
Ante esta situación de facto, donde los intereses de todos han sido decididos sólo por CCOO, se ha producido una insalvable grieta en la representación de los trabajadores, por cuanto el resto de las secciones sindicales con representación en el comité han quedado desplazadas como interlocutoras de sus propios intereses, es decir, de la soberanía que poseen como representantes legítimos de sus afiliados, asumiendo, de momento, lo que otro ha decidido en solitario, lo cual es un precedente peligroso, pues si el acuerdo de CCOO con la dirección de la empresa modifica el convenio colectivo vigente, podemos estar ante la posibilidad de continuar con este tipo de pacto unisindical, cuya propia naturaleza va contra lo expresado en las urnas por los trabajadores, dado que éstos no otorgaron mayoría absoluta a ninguna sección sindical, por lo que ha quedado manifiestamente claro que la empresa no precisa de ningún otro interlocutor sindical para conseguir alterar un convenio colectivo que fue decidido democráticamente por todos los trabajadores.
De esta forma y por la vía de excluir a las secciones sindicales de ASC, CGT y SITT de cualquier posibilidad de defender los intereses que ellos representan, se confirma que la dirección de la empresa no admite la heterogeneidad en la composición sindical del comité, que no es más que la legítima expresión de la voluntad democrática de los trabajadores. Pero a la misma vez CCOO acepta convertirse en único interlocutor válido de toda la plantilla, cuando por respeto democrático a la voluntad de los trabajadores debería haberse abstenido de asumir un protagonismo que no le han dado todos los trabajadores, solo aquellos que en su día votaron a CCOO.
Ante esta coyuntura donde una sección sindical minoritaria obvia al resto de secciones sindicales pactando con la Dirección de la empresa, solo queda que los trabajadores puedan expresarse libremente en las urnas y definir con claridad quienes deben ser sus interlocutores sindicales. Es decir, iniciar el proceso para la elección de un nuevo comité de empresa que garantice la estabilidad, dándole prevalencia a la configuración de sus responsabilidades respecto a la elección de sus órganos internos de representación mediante el acuerdo mayoritario en el seno del Comité de Empresa.
La Dirección de la empresa ya sabe, ante la falta de respuesta del resto de secciones sindicales, que solo necesita a CCOO para pactar, incluso para modificar el convenio colectivo, por lo que es urgente el adelanto de las Elecciones Sindicales para que los trabajadores se expresen democráticamente sobre quienes deben recaer la responsabilidad de defender sus intereses.
No es admisible por más tiempo que exista una situación donde una minoría pueda suplantar la voluntad del resto. Como tampoco puede continuar una mayoría que sumisamente acepta lo que esa minoría acuerda, sin que haya habido todavía ninguna respuesta pública contra ese acuerdo.